(Andante acceleratto)
Estación de metrobús de Hamburgo. Hora pico. Comienza la danza. A la entrada y ante la necesidad de adquirir una tarjeta para abordar este transporte por primera vez, una aberración de la tecnología automática me arrebataba eficazmente un billete de cien pesitos para cubrir mi saldo de ocho. Luego de un minuto de espera inútil, el caballero a la cabeza la fila que estoy haciendo crecer detrás mío resulta no serlo tanto cuando me explica, ya bastante impaciente, que aquel bendito invento del hombre blanco no da cambio.
"Estos gueyes del gobierno y sus mentes brillantes", pienso.
Segundo movimiento: Cachete con cachete, pechito con pechito/ Reich aguénst de machín.
(Prestissimo coglione)
Recién daba marcha mi trayecto iniciático en un muuuuy saturado vehículo, una aberración de la raza humana me arrimaba descaradamente su herramienta de trabajo sucio por detrás (para incomodarme y distraer mi atención) mientras otro error de la naturaleza me bolseaba por delante. Alcanzo a ver sus manos salir de mi bolsa en el último nanosegundo del atraco cuando dos ojos -firmes pero vacíos, como los del ganado vacuno recién aniquilado- me imponen la resignación. Su compinche confirma la amenaza sometiéndome con su cuerpo contra el del primero.
"Estos entes del pueblo y sus actos mediocres", pienso.
Tercer movimiento: Wake me up when november ends
(Arabbiatto sostenuto)
Tercer movimiento: Wake me up when november ends
(Arabbiatto sostenuto)
Luego de que el vagón rebosante me escupiera en la siguiente estación para corroborar el robo de mi celular y cartera, comienza el luto por las verdaderas pérdidas: la de la foto de mi sobrino, aquella carta de amor que alguien dejó una vez sobre mi parabrisas y el placer que me causaba el color verde tornasol de mi cartera; la del tiempo que deberé desperdiciar en el teléfono para cancelar mis tarjetas, en fila para tramitar todas mis identificaciones y en traslados para recogerlas cuando estén listas; la de mi cédula del RFC enmicada y con mis datos de facturación escritos al reverso, todo el dinero que no traía, los números telefónicos que recaudé pacientemente a lo largo de siete años y el papelito donde se leía el presagio más hermoso que salió jamás de una galleta de la suerte. Sobre todo, y hablando muy en serio, me dolió perder los mensajes de texto que había decidido conservar en mi celular en mi afán de atesorar cualquier referente tangible de los imaginarios efímeros que no van a volver.
"Estos seres del mundo y nuestros apegos inútiles", pienso.
Cuarto movimiento: So don't worry, about a thing...
(Adagio ad libitum)
... cause every little thing, is gonna be alright.
4 comentarios:
Ya así como lo pones se vuelve en algo muy triste. Si lo quieres ver por el lado amable cuando menos te llevaste un arrimón de camarón o sea que no fue en vano. Si hay hombres que pagan más por sexo no te sientas mal por tu pago voluntariamente a fuerzas. Te daré la frase mexicana que demuestra nuestra resignación a ser una sociedad de octava "Cuando menos no te hicieron nada". Te quiero, un beso y espero que pronto superes el luto de tus cosas perdidas.
Que fuerte esto mi reina!!!!que pinche impotencia.
Si necesitas algo me dices vale.
besos y buenisiismos deseos.
atte:
Diana
jajaaaaa no mames ademas lo cuentas cagadisimo! pero como dices, nadie se escapa de la delincuencia..ni yo, pero como el gobierno no hace nada..tuve que tomar el asunto en mis manos y creeme el otro h.d.p. se fue sin celular, sin computadora, pero si con un hermoso puñetazo en la cara y un recuerdo para los herederos..ahi en mi blog encontraras en abril.."Robo parte II, asalto en el metro" que vivan las viejas que se madrean a los asaltantes!!! besos!
Que terrible, uno que era tan feliz pensando que el metrobus no era como el metro (arrimón seguro), sob!
Pero por otro lado, tu experiencia dio pie a una GRAN entrada de tu blog.
Un beso y mis condolencias por tus queridas pérdidas, habrá que backupear de ahora en adelante los mensajitos y teléfonos en la computadora.
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