octubre 21, 2008

The Bedroom



"Innocent imitation
of how it would be
if when the music ended,
you did not retreat"
- Parallel Lines, Kings of Convenience.

No tengo tiempo para detenerme a pensar cómo sucedió, pero sucede que aquí estamos.

Llevo un rato sentada en tu cama, como ayer pero distinto. En un universo donde el espectáculo es tu abrazo se siente como estar en primera fila. No, todavía mejor: es algo así como ser dueño de un palco. Sonrío.

No puedo acordarme sobre qué hablábamos antes (antes de "esto"), siempre fue menos importante que disfrutar el mero hecho de compartir un momento contigo... pero ahora, en pleno ejercicio fallido de la memoria me interrumpe la necesidad de deliberar si se trata o no de un sueño.

Te levantas para traer el té y a la vista de tu espalda me olvido de mis estupideces oníricas y me asalta la urgencia de hundir mis dedos en tu pelo; despacio, haciendo surcos que suban desde tu cuello hasta sostener tu nuca en el hueco de mi mano. A veces me arrojo a mis fulgores demasiado tarde. ¿Cómo hago para contener el esplendor de este instante inverosímil antes de que termine de escurrírseme entre los dedos?

Saco la Moleskin. Cualquier título sirve para inaugurar el recipiente.

The Bedroom

En un envase de palabras debo reunir los pedazos, anudar la confirmación de la vigilia con las instantáneas que hoy me lleve y revelarlo todo junto sobre el papel más tarde, cuando ya estés lejos. No sé de qué platicábamos antes de haber empezado a soñar(nos) pero en mi prisa casi me permito desear que hubiéramos hablado menos de nada y más de todo lo que me gustaría saber de ti y hoy deberé inferir de este espacio que aún habitas.

Rojo + negro. Contrastes increíbles…

Todavía no vuelves de la cocina pero ya te miro, te estoy mirando a través de tu habitación, sabia alianza de orden y espontaneidad. Ya comienzan los objetos a silbar tus colores desde todos lados.

… y si no lo escribo se me olvida.

Ese tubo que repta sobre el muro rojo estaba muerto antes de que lo pintaras de negro. Ah, así que ahí colgaste la campana que me describías, esa que canta un tono agudo y largo cuando la besa el viento. Colocaste sobre la pared imágenes de animales como quien colecciona nostalgias infantiles... Es por detalles como estos que me gustas tanto. Quiero aprender a encontrarte en ellos porque tú ya vas de salida y yo a penas voy llegando.

Vuelves con tu paz, la jarra humeante y sendos recipientes diminutos. A tu silencio y sin mirarte respondo “perdón, es que si no lo escribo se me olvida”. Tú vuelves a no decir nada; sé que estás ocupado estudiando mi boca con tus ojos amarillos. “Quisiera llevármelos y que me lleven”, pienso.

Una sobreabundancia de energías libres y, sin embargo, dominadas.

Estás sirviendo el té. Levanto la mirada.
Me sonríes. Me inundas.
Te devuelvo la sonrisa y se suavizan las líneas de tu rostro.

Te sientas en la cama y bebemos. No dejo de mirar de tu cuarto todos los detalles. Cada imagen invoca una nueva pregunta. Pienso en el texto que voy a escribir luego (el texto que escribo ahora), en que habré de deducir de cada frase sin sentido todo lo que sí sentía y no tuve tiempo de registrar en tres minutos. Nos acostamos bocarriba y dices: “Ya viste? Estás vestida de negro con rojo. Es como la contraparte de mi pared, roja con negro”.

Él no lo sabe, pero lo intuye.

Me incorporo y retomo la escritura para poder seguir viéndote de reojo, garabateando cualquier cosa con tal de no romper este idilio que mantengo con tu curiosidad. No sé si juegas también pero en lugar de interrumpirme te levantas de la cama, tomas la pipa del buró y sales al balcón sin decir una palabra.

Vacía despreocupado la ceniza que quedó en la pipa.

Miro tu nuca y pienso en no olvidarme de escribir que, mientras miraba la curva de tu nuca, también pensaba en no olvidarme de escribir que miraba la curva de tu nuca. Estudio tus libros con recelo. Los envidio por cada caricia que tus dedos regalaron a sus páginas, porque saben cómo se llama ese color que guardan tus ojos (sé que tiene un nombre pero no lo recuerdo), por tener asientos de primera fila....

Y así, en la observación, por fin lo comprendo: soy una extraña en el paisaje de tus lugares más íntimos. Sólo un espectador de tu espectáculo.

Tomo notas mentales del gesto de tu hombro derecho cuando golpeas la pipa de madera contra la maceta, y el tacto de tu pelo... ¿Cómo conservo el tacto de tu pelo?

Se me acaba el tiempo...

A ojos cerrados imprimo en mi memoria el aroma del té que habla de arroz con mi nariz, guardo la imagen de su vapor que se confunde con el calor que se siente aquí adentro y el gusto del sake que a varias semanas, y a diferencia de otras cosas, consigo restaurar casi íntegro sobre mi lengua.

Te das media vuelta. Aún sin que te mire me pones nerviosa.

Me mira de reojo, sonríe.
Sonrío.

Ya no sé qué escribir para robarle otro segundo a este momento sagrado que se extingue, como las hojas dentro de la pipa en un aliento compartido.

Fuma.

Te quedas de pie frente a mí. Desde mi palco decido no buscar tus ojos, sólo tomo la pipa,

Fumo.

pero tú buscas mi boca. No te importa que yo esté escribiendo, seguro vas a besarme...

Me besa.

Me estás besando.
En el beso intercambiamos algo más, efímero y etéreo. "Quisiera llevármelo y que te lo lleves", pienso. No quiero despertar pero ya el telón cae sobre nosotros. A veces mis fulgores se extinguen demasiado pronto.

Me besa.
Dejo caer la pluma sobre la libreta.

octubre 09, 2008

Ineludible



"It might not be the right time
  I might not be the right one
  but there's something about us I want to say
  cause there's something between us anyway

  I might not be the right one
  it might not be the right time
  but there's something about us I've got to do
  some kind of secret I will share with you"