agosto 31, 2008

Salidas de emergencia




Suena la alarma. Hoy hace más calor que ayer, como siempre.
¿Por qué sera qué a veces amanece tan oscuro?

Desde el primer y ciego instante de lucidez ya escucho que arrecha el viento y las palmeras silban, se desgajan. Todas las nubes de Miami Dade County se hacen agua sobre esta humilde mañana que se cae a pedazos sobre el techo de la vivienda donde me hospeda mi hermana cual si Dios estuviera haciendo buches con el cielo de manera repetitiva y con mucha razón, porque a penas son las siete y a estas deshoras cualquiera tiene mal aliento, sobre todo yo que tuve la mala idea de poner el despertador para levantarme a correr olvidando que mi “yo etéreo” siempre aprovecha mi regreso preprogramado a la conciencia para salir de apuros en el punto crítico de la pesadilla recurrente que traigo de moda, y en la cual soy un adolescente norteamericano y la policía viene a arrestarme y a sacar el cuerpo parcialmente mutilado que tengo escondido bajo la duela.

Ya son las siete de la mañana. Aunque no pueda salir a correr -porque está lloviendo- la alarma del despertador se convierte en mi mejor amiga, en la llave maestra que, siempre oportunamente, abre una salida de emergencia para cada una de mis existencias paralelas como la de anoche, en la cual todavía fumo y me como las uñas y llevo una eternidad sudando frío y escuchando los puños de los agentes que se estrellan en la puerta y arrepintiéndome por un crimen del que recién me descubro inocente, o eso me parece ahora que estoy parada bajo el marco de la puerta entreabierta de mi salida de emergencia… y desde esta frontera -ahora que me detengo a analizarme- más que del asesinato me arrepiento de haber escondido el cadáver bajo la duela de madera habiendo maneras más eficientes de deshacerse de él, como dejarlo a merced de los cocodrilos pantaneros -que aquí abundan - o ir mezclando paulatinamente los pedazos con la comida de los perros, pero es una lástima que en mi vida de adolescente homicida no tenga mascotas; me estoy dejando distraer por el llanto agudo de los galgos italianos de Michelle y Rodrigo, que luego de un mes ya se malacostumbraron al ejercicio de las mañanas y deben haber escuchado mi alarma porque, en medio de los buches, sus diminutas y pulcramente recortadas garras caninas que rasguñan la puerta de mi cuarto se confunden  entre los puñetazos de los policías que vienen a encerrarme, es decir, a oponerse a la sugerencia de los galgos, que es una muy insistente invitación a salir, a cobrar conciencia, a convencerme de que la lluvia no está tan mojada y de que al nivel del mar la vida es más sabrosa y de otras artimañas que los perros le dicen a uno cuando nos tomamos el tiempo de aprender algunos vocablos de su idioma y cometemos el error de hacérselos saber, como esa vez que Ailamy se sentó junto al fuego para hablar con un perro en Chacahua o cuando en playa Paraíso el Capulín me dijo que tenía sed y Aldo y yo le dimos agua y… otra vez perdí lucidez. De la habitación contigua proviene la voz de una mujer que no es la de los perros ni la de Ailamy y no hace falta abrir los ojos para saber que tampoco es mi hermana, porque dice con voz solemne y metálica La policía de Doral County levanta cargos contra la mujer que arrolló y decapitó a un niño de ocho años mientras cruzaba la calle en su camino a la escuela en un tono bastante agravante y sobre todo imprudentemente alto para ser las siete de la mañana en punto… y al margen de la nota roja, cuando recuerdo mi propio crimen onírico me identifico un poco con ella y los perros no dejan de rascar la puerta y esos buches contínuos intensifican la punzada de mi vejiga pero no puedo abrir los ojos, no sin antes sentirme un poco mal por esa asesina anónima cuya hazaña de videojuego en la vigilia no abona miles de puntos pero sí una estancia permanente y gratuita en una habitación pequeña con retrete al fresco y alimentos incluídos pero con el inconveniente de que su pesadilla no conoce otra salida de emergencia que no sea la inyección letal -o la maquinita de toques, dependiendo de en qué estado haya tenido uno el mal gusto de tronar su pistolita-. Entonces me da un poco de tristeza que la vida para algunos sea una pesadilla, como los galgos de mi hermana cuya libretad condicional depende del consentimiento humano o el gringo que llevó a su novia a hacer casting la agencia de mi hermana y se sentó en la recepción a esperarla y en mis entrares y salires descubrió que mi inglés era mejor que su español y luego de una hora de conversación errática y ligera terminamos hablando del tema recurrente que tengo de moda y él dijo desempachadamente Este era un mejor país antes de que hubiera inmigrantes y yo le dije Lo mismo decían los pieles rojas y él me dijo No es lo mismo y yo le dije No es lo mismo pero tampoco es diferente y él me dijo No sabes de lo que estás hablando y yo le dije Y tú tampoco y él me dijo Tu piensas así porque también eres inmigrante y yo le dije Por comentarios como ese a todos nos chocan los gringos y él me dijo Entonces para qué te viniste a vivir aquí y yo le dije No me perro confundas; yo aquí no me mudo pero ni en mi peor pesadilla o mejor dicho in god we trust pero no way José y él pensó Pues chinga tu madre pinche pro-yanqui de closet y yo le dije con la mirada Pues fuck yours pinche wanabí latin lover que si tanto te cagan los inmigrantes yo no sé por qué no te consigues una novia que no necesite oxigenarse para ser güera como tú, y con la hostilidad de nuestras miradas acordamos ya no decir nada pero él se veía enojado y en un momento de lucidez me acordé que su novia era una actriz importante para la agencia así que me puse a buscar mi salida de emergencia pero como no coincidió con uno de mis episodios REM no fui capaz de encontrar ninguna… pero fui más lista que mi despertador porque convertí la puerta de la agencia en mi salida de emergencia, aunque afuera estuviera lloviendo agua tibia y semisalada. Me imagino que la misma frustración que sintió aquel gringo debieron haberla sentido los policías de mi sueño hace un rato, cuando no hallé cómo deshacerme del cadáver que sembré bajo la duela del piso que terminó levantándose por el puto calor que hace aquí adentro, y encima de eso Dios sigue enjuagándose el aliento sobre el techo de la casa y los perros, que no entienden del clima, perseveran en su idea del paseo. Entonces me concentro y busco la salida de emergencia más cercana ...

Abro los ojos. Hoy hace más calor que ayer, como siempre.
¿Por qué sera que a veces amanezco tan oscura?

agosto 24, 2008

Still but restless


Two nights ago, I dreamt of a quiet country house. Its high-roofed rooms were filled with sunlight and beautiful white furniture. I cruised the place at slow pace, breathing the cold perfume of the midday forest leaves as the wind poured in through the half-open main door.

Suddenly, the door was gently pushed open and you walked in.
The wooden floor squeaked as you took your steps across the hall, dressed in red (that's something you do, I don't think I've seen you wearing another color).
When you stopped walking not a word came out of you; you simply stood there, still but restless in your red t-shirt, reaching out with your gaze from across the hall with eyes that kept getting bigger by the second.
Then you smiled and said something that I can’t remember. All I know is that, for a reason I ignore, you spoke to me in English. You were mortified.

Before I could say anything that could comfort you, the door shut itself closed and I woke up.

I sometimes dream of people in places and situations that end up being/becoming true.

Thought I’d ask you what’s stirring you, and let you know I’m here for you.
Thought I’d tell you in English, just in case.