febrero 01, 2010

Dos sabios



Escribir un texto por encargo de mi hermana para leerlo en su boda no era chamba fácil para mi frágil caparazón emotivo. La inspiración se me escurrió de entre las manos durante semanas. O bueno, en realidad era yo quien me le escondía; no estaba lista para sentarme a sentir nada al respecto. Sólo unas horas antes de la boda encontré la calma y el desasosiego necesarios para poner en papel mi mejor augurio. Así quedó, y lo leí en voz alta durante la ceremonia de unión espiritual de Leslie y Damián el sábado 30 de enero de 2010.

Rumbos paralelos, dos anzuelos en un mismo río.

Coincidir. Conversar. Converger.

En nuestra incredulidad, seguimos preguntándonos cuál es la sustancia invisible que une a dos seres en uno solo, cuando no es más que corazón y contraseña.

Cómplice. Contrincante y Coautor.

Antípoda propia cuyo enigma hace sentido. Reflejo a veces grato, a veces incómodo, pero al ser siempre certero es siempre verdadero.

Contradecir o Complacer. Convencer o Comprender. Conciliar.

La intención mutua y simultánea de vencer cualquier inercia individual a favor de un vínculo que se ha vuelto imprescindible.

Compromiso. Constancia. Conciencia. Congruencia.

La amistad incondicional de dos niños, dos sabios, dos amantes que habiéndose ya elegido se han dispuesto a correr el riesgo de volver a elegirse. Las veces que sea necesario.

Compañeros.

Cómplices.

Cónyuges.

Que lo que hoy une el hombre no haya Dios que lo separe.

P.D. Está de más decir que todos lloramos como señoritas.